miércoles, 22 de enero de 2014

Inquietudes temporales

El pasajero silencioso que teníamos delante iba disfrazado de deportista. Por debajo de la mesita se veían los zapatos deportivos blancos e impolutos, las mallas brillaban como si nunca las hubiera lavado, y la mochila que dejó en la bandeja superior tenía todavía las arrugas de haber estado hasta ayer en la estantería de la tienda.

El pasajero misterioso tenía la mirada puesta en el horizonte y parecía totalmente abstraído en sí mismo, como si solo importase su situación vital. El rostro estaba endurecido y tenso, y quizás era eso lo que había provocado que tuviera los pómulos marcados y los ojos hundidos. Se notaba por los labios y la cuadratura de su cara que los dientes estaban apretados y la falta de comisuras hacía intuir que se reía poco o que se echaba bótox.

Cuando llegamos a la estación de la montaña se bajó con su vestimenta y equipajes artificiales, y vi por la ventanilla que caminaba por el andén con paso firme y ligero. Me pareció la figura de un yonqui dirigiéndose al barrio donde su camello le daría la dosis necesaria para calmar su ansiedad y creer que así engaña a su tristeza.

Mientras el tren bajaba la montaña camino al mar me consolaba pensando que la vida está al acecho, esperando cualquier despiste. Quién sabe, a lo mejor en el barrio hay alguien que abraza al yonqui y le invita a un café, o en la montaña alguna persona hace reír al pasajero silencioso.

martes, 14 de enero de 2014

La gran aventura

Soñar la gran aventura que dé inicio a una vida cargada de sentido puede ser traicionero porque solo hay una salida para los que lo intentan: vivir. Y eso no siempre estimula al soñador acomodado en el sillón orejero, que prefiere despertar convertido de golpe en el héroe de sus sueños.

Un sueño será siempre una imagen intangible y lejana mientras no haya conciencia de la respiración, mientras no nos demos cuenta de que la piel se eriza con el frío y que los ojos del que camina a nuestro lado cambian de color dependiendo del sol. No basta con dejarse embriagar del dulce sabor de nuestras fantasías más nobles, sino que hay que experimentar la fatiga del fracaso y la alegría de lo conseguido mientras asumimos que un sueño solo puede elevarse a la categoría de sueño cuando nos ha llevado a levantarnos del sillón.

sábado, 11 de enero de 2014

Opción frágil, pero fuerte

Un hermano japonés nos contó que en su país se hacen exámenes de acceso para entrar en la guardería, y que dependiendo del centro en el que entres tu futuro será mejor o peor. Puede parecer cruel que un niño tan pequeño pueda verse sometido a la presión que supone tener que prepararse a fondo para algo que seguramente no entiende y que responde al deseo de sus padres, y es verdad, pero quién de nosotros no ha tomado opciones importantes que han marcado nuestra vida en un momento inapropiado.

Tomar una opción implica marcar el futuro, es anticipar lo que viene para que no nos sobrevenga, es hacer un esfuerzo en el presente esperando una recompensa en el futuro. Pero, ¿qué ocurre cuando la opción tomada se hace bajo los presupuestos de la presión, la inmadurez, la falta de visión, la euforia o la decepción? ¿Acaso estamos condenados a tomar opciones equivocadas hasta que lleguemos a la madurez de nuestras vidas y sintamos que somos profundamente libres para elegir? Creo que no, sino que cuando nos damos cuenta de la precipitación de nuestra decisión o ampliamos la mirada y nos damos cuenta de que hay muchas opciones en la vida que nos pueden satisfacer, tomamos conciencia de nuestra fragilidad y empezamos a ser más humanos, y es el momento preciso en el que sentimos que la vida está verdaderamente en nuestras manos. Y solo entonces podremos estar seguros de que esa opción irresponsable y alocada que ahora se presenta insuficiente para nuestras expectativas es la que está dando sentido a nuestra existencia, la que nos hace sentir nuestra carne y nuestra sangre con toda su debilidad y la que nos hace tener motivos para seguir luchando y esperando.

Cada vez estoy más convencido de que la mejor opción de mi vida ha sido la que menos he elegido yo, porque es la opción que con el tiempo más me está ayudando a decidir, más me está ayudando a crecer y más está exigiendo de mí. Es la locura de sentirme elegido la que me está llevando a la libertad más radical, que es la de saber que soy un ser humano frágil y penco, pero amado y perdonado, y a tener fe en la Vida abundante para todos los tirados del mundo, para todas las que prefieren morir ahogadas en el mar que ser violadas en el desierto tras una deportación, para todos los drogadictos que recaen en el consumo y para todos los jóvenes que se encuentran desorientados.

martes, 7 de enero de 2014

Confesiones de un soberbio

Frente al miedo por lo desconocido está la ilusión por lo nuevo. Será la humildad con la que te sitúes ante el presente y el futuro la que hará que puedas seguir viviendo, porque el soberbio cree que lo sabe todo y esconde de esa manera las limitaciones de su ignorancia, mientras que el humilde reconoce su necesidad y es capaz de lanzarse a la aventura, porque sabe que solo puede crecer.

La vida nos regala estas paradojas que nos ayudan a respirar profundo, que nos vapulean en la comodidad y nos abajan hasta la tierra. Porque la vida sabe que solo desde la tierra se puede mirar hacia arriba, y soñar, y creer, y caminar.